Queridas pequeñajas mías,
Hace 6 años, a las 7:30 de la mañana, con toda mi ilusión plegada en una bolsa de bebés repleta de ropita que os puse dos meses después, me marchaba al hospital. Tranquila y sin dolores, es lo que tiene las programadas. Pero consciente, dentro de mi gran ignorancia, que cerraba la puerta a una etapa que jamás volvería.
Hace seis años ya. Y parece que fue ayer, cuando medio zombi y anestesiada oí llorar con pocos minutos de diferencia a dos bebes minúsculos.
Pese al atontamiento severo que sufría, y con dudas de que el ginecólogo, enfermera o auxiliar hubieran emitido aquel sonido, pregunté si eran mis hijas las que lloraban...sí, soy muy dada a preguntar cosas absurdas en momentos únicos.
No os pusieron sobre mí nada más nacer, me hubiera encantado, y cuando os vi por primera vez ya estabais con gorro y arrulladas...qué pequeñas erais...
Tres horas después, impaciente por volver a veros, me dijeron que una de vosotras estaría dos horitas en neonatos...fueron 15 días.
Para eso no fui preparada. Volver a casa con una sólo no había entrado en mis planes, ni de lejos.
Lo pase mal, pero sobre todo pensaba cómo podrías estar tú sin tu hermana, la que te había acompañado durante tus 36 semanas de vida...y sin mí. Aún hoy tengo ese sentimiento de culpa, de abandono involuntario.
Ayer, cuando os sacaba a peso del coche porque os habíais quedado fritas, me di cuenta de lo que pesaban los seis años...y de lo que medían y mientras subía en el ascensor pensé esa frase tan de madres...qué rápido ha pasado el tiempo.
Cada día que pasa me sorprendéis más. Como cuando la semana pasada una de vosotras me confeso que quería tener un blog para escribir sus historias y colgar sus dibujos, lo haremos, claro que sí, me pareció una idea estupenda. O cuando os inventáis coreografías. O cuando me razonáis como niñas en el mundo de adultos. Cuando cantáis a dúo. Cuando reís, cuando me abrazáis...
Gracias a las dos, gracias a la vida...gracias Elena y Lucía por estos seis años de felicidad.