9 de junio de 2011

Bye-Bye Dr. Jekill y Mr. Hyde



Hay días en los que necesitaría una inyección de chocolate, en vena, por favor...que me de vidilla.

La última vez que me comí un croissant relleno de chocolate estaba en un parque acuático, descansando, tumbada en el césped, alimentando mi ego ya que, momentos antes, se me había desintegrado...
¿Dónde?, en el temido Kamikaze, aaaaaaaahhhhhhhh!!!! (grito de espanto)
Entonces tenía una especie de Dr. Jekill y Mr Hyde habitando en mí, el uno era comedido, prudente, tranquilo y con una GRAN sentido del ridículo, y el otro era alocado, atontado, bocazas y con  un interés inmenso en dejar a su otro yo en el más rotundo y seco de los ridículos.

Pues sí, que tengo yo un vértigo que no os podéis imaginar, y me voy, acompañada por un familiar y  mi ego imbécil, al Kamikaze, venga, ya verás que guay...(aún así yo lo dudaba...), subimos siete pisos de escaleras metálicas, de las que entre escalón y escalón no hay nada y puedes ver el vacío...cuanto más subía, más me iba mareando y mi ego tranquilo prudente surgiendo de las cenizas...que sólo por no tener que bajar por ellas otra vez, me animé a llegar al final.
Y allí estaba yo, debatiéndome por cuál me quería tirar, por el tubo o por el tobogán, analizando la pendiente, la velocidad a la que tienes que bajar, y mi vértigo, decido, pensando que la segunda opción tenía el peligro añadido de salir, en el primer bote, volando de la atracción, elegir el tubo.
Uso lentillas, y soy de las que no se las quitan para ir a la piscina, entre otras cosas, porque sin ellas no veo nada a 20 cm, vale, pues cuando comienzas a bajar, la pendiente es tal, que tu espalda no llega a rozar el tubo, caes en la nada, bueno, en la nada llena de agua, que te va entrando, cual torrente, en tus ojos, y no tienes más remedio que cerrarlos, primer bote, abres los ojos, la lentilla del ojo izquierdo, caladica de cloro se te está pegando y se está moviendo hacia la parte de tus ojos que no se ve, sí, la de atrás. Cuando quedan milésimas para llegar al agua, la lentilla del ojo derecho se ha ido al mismo lugar que su amiga, llegas al agua de la piscina, esquiando sobre tu culo, más o menos tres metros, mientras que parpadeas como una loca, tratando de bajar tus lentillas a su lugar, abres la boca, sacas el labio inferior exageradamente (como si quisieras frenarte con  la cara) ,  y el bañador, siguiendo una fuerza centrífuga extraña, sigue avanzando y se te queda a la altura de las rodillas, en ese momento, Jekill y Hyde me abandonan a mi suerte.
 Desinflada, temblando, agachada colocándote el bañador, pestañeando por las malditas lentillas, y sonriendo al público y al monitor, (que otra cosa no, pero cumplida soy un rato), salgo de la piscina.

Así que no he vuelto a subir más a un tobogán ni me he vuelto a comer un croissant de choco, si saqué una experiencia buena fue que los dos okupas que vivían en mi interior se marcharon, avergonzados, para no volver más...si los veis por Babia, no les digáis que vengo a menudo....

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